Segundo Tiempo
El protagonista, un hombre solitario y apático, descubrió una noche que podía hacer un único viaje en el tiempo. Aunque argentino, nunca había sentido un patriotismo particularmente arraigado. Si era honesto, la idea de ver a Mauricio Macri ganar un segundo mandato le resultaba casi intolerable. Sin embargo, esa oportunidad única de moldear la historia lo llenaba de una responsabilidad inquietante, como si alguien o algo lo empujara a actuar por un bien mayor.
Había escuchado hasta el hartazgo sobre el desgaste político que el peronismo sufrió en la pandemia y cómo eso facilitó la llegada de figuras radicales como Javier Milei al escenario político. Así, se le ocurrió una posibilidad audaz: si en lugar de enfrentar esos años difíciles bajo el mandato de Alberto Fernández, el gobierno hubiese estado en manos de Macri, la pandemia habría erosionado al macrismo y debilitado su influencia. En un país agotado, enloquecido por el encierro, los anti-peronistas no habrían podido capitalizar ese hartazgo en las elecciones de 2023. El desgaste habría sido tan profundo que el peronismo volvería fortalecido y con posibilidades de retomar el poder de manera aplastante.
Con una decisión firme, viajó al año 2019, justo en el momento en que se decidía la presidencia entre Fernández y Macri. Realizó un cambio pequeño, casi imperceptible, pero suficiente para inclinar la balanza a favor de Macri. Luego, antes de regresar al presente, observó desde la distancia cómo Mauricio, con el bastón presidencial en alto, recibía el aplauso de sus seguidores. La historia se había transformado: Argentina tendría ahora ocho años de gestión macrista, y el desgaste de la pandemia recaería sobre ese gobierno.
Satisfecho, volvió a su tiempo original, ansioso por ver los frutos de su obra. Estaba seguro de que, desgastado, el oficialismo no habría podido evitar la marea peronista en 2023. Pero al volver, una figura en la sombra lo recibió, confirmando su expectativa, aunque con un matiz que lo dejó atónito.
-Lo lograste —dijo su contacto, una voz familiar, con una sonrisa enigmática—. El peronismo gobierna Argentina.
-¿Sí? —preguntó ansioso, seguro de que ahora vería a una figura clásica del peronismo en el poder. Su interlocutor siguió hablando:
-Se había pensado que la pandemia había dejado a la sociedad menos cuerda, que esa misma locura la había vuelto vulnerable al discurso radical y rupturista. En esta nueva línea temporal, el mismo peronismo debió absorber esa energía desquiciada, y vencer usando un lenguaje violento y un atractivo caótico.
El viajero sintió un nudo en la boca del estómago y notó la boca seca:
-¿Q-quién está a cargo? —preguntó con un hilo de voz.
-Es Javier Milei —respondió la voz con satisfacción, en un tono que era a la vez triunfo y advertencia—. No veo la hora de que lo conozcas…
Comments