Mis Gatas
Cuando nos mudamos, Liza tenia muy en claro que ella quería tantos gatos y perros como pudiese juntar. Por mi lado, los animales me gustan, pero prefiero no tener que convivir con ellos. No porque me caigan mal, sino porque ensucian y no me gusta tener que limpiar.
Uno tiene que entender muy bien las ventajas y desventajas de tener mascotas y, tiene que entender también, que lo que uno considera algo bueno puede no serlo para el otro. Por ejemplo, a mi no me va ni me viene lo adorable que pueda ser un cachorrito y mi novia, se aterra con la idea de que el animal case distintas alimañas, cosa que considero fundamental. Por otro lado, la mascota se imparte de orgullo cuando deja en tus pies una presa muerta y en el caso de los gatos, medio viva, aunque a mi me molesta porque tengo que ir por la palita y limpiarlo. Para colmo, hay que soportar la mirada del animal que no entiende por qué desprecio su ofrenda hacia mi. “Mañana le traigo uno mas grande”, piensa la bestia.
Al mes de mudarnos juntos, Liza trajo una gata a la que nombramos Muzuki. Un año después, encontramos otra más en el patio de casa, a la que insistí en no nombrar para que no nos encariñáramos y poder darla en adopción. Para referirnos a ella le decíamos 404, que en informática significa: no encontrado.
Durante los sábados siguientes, fuimos religiosamente a la avenida con la gata a exponerla junto a la gente de Dignidad Animal, para que alguien la adopte.
404 era fea, tímida y era muy evidente que no le gustaban los humanos. Mientras que los otros gatos eran hermosos, juguetones y habrían encajado perfectamente en cualquier publicidad de alimentos para gatos.
Desilusionados y cansados le comentamos el problema a mi madre. Le contamos como la gente esquivaba a nuestra gata y se llevaban a los otros gatitos. Entonces mi madre, que militó en política toda la vida y que hoy es una abuela que nos invita a comer todos los domingos. Después de pensarlo un rato, nos dice
- Lo que hay que hacer entonces es hablar mal de los otros gatitos.
Ahí nos miramos con liza y telepáticamente decidimos en ese momento que íbamos a adoptar a la gata. A veces hay que aceptar, que perder es la ÚNICA opción antes de embarrarte en mierda para ganar.
Al final la nombramos Yukie.
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