Siempre había estado solo, desde que nació. Nunca conoció a su padre y a su madre no la veía desde hacia años. A ella no la podía recordar y eso ni siquiera le preocupaba. No se permitía angustiarse porque cuando uno vive en la calle y lo hacia desde que tenia memoria, uno tiene que aprender a tapar el dolor para poder sobrevivir.

Algunas veces se había agrupado con otros por un tiempo pero nunca había creado lasos con nadie. Había tenido algunos encuentros románticos e incluso creyó enamorarse alguna vez, pero siempre terminaba igual. Cuando uno no tiene a donde ir siempre vaga en cualquier dirección.

Dedicaba la mayor parte del día a buscar comida. En tachos de basura o casaba animales pequeños. Pese a vivir en la intemperie y sin nadie que se ocupara de él tenia muy buena salud y fue por esto último que lo atraparon. Otras veces habían venido por él pero siempre había sido más rápido. Desconfiaba mucho de la gente pero ese día el hambre apretaba y el recuerdo de un rata jugosa lo hizo acercase a su captor.

Nunca había tenido un nombre y no es que lo tuviera ahora pero se referían a él como espécimen 15.

Cuando entró en la habitación se encontró con otros 14 como él. Algunos estaban asustados y otros furiosos. Ninguno entendía que pasaba. Trataba de mostrarse calmo y de calmar a los otros y tenia muy en claro que a la primera oportunidad que tuviera iba a tratar de pelar para salir de ese lugar.

Cada vez que los captores entraban, uno armado y otro con guardapolvo, el segundo pesaba a cada uno de los especímenes mientras que el segundo cuidaba la puerta. Por un momento pensó que podían estar tratándolos o curándoles de algo pero, aunque no tenga explicación, él podía oler a la muerte. No por nada había permanecido tanto tiempo sano y salvo en calle.

Sonó una chicharra y una luz roja muy fuerte se encendió. Por las paredes un vapor muy fuerte empezó a salir y pese a que no quemaba, estaba frío, uno a uno empezaron a caer. Él era el más fuerte y calló al final.

Poco después de que cerrara los ojos por última vez uno de los captores felicitaba al otro.

- Todos los casos dieron negativos. Esto prueba científicamente que los perros no tiene alma. También llegaron los resultados del otro experimento doctor McDougall. El alma humana pesa exactamente 21 gramos.